Las destrezas de nuestro cuerpo no son nuestras, son regalos del altísimo para recordar que su bondad y amor profundo los pusieron allí para servir.
De que te sirve tener la más hermosa voz, saber pintar como Miguel angel, tener todo el dinero si tu no logras encontrar el camino para volver a él?
El siempre está allí, pero nuestros ojos son ciegos, nuestros oídos sordos, nuestra mente cerrada para darse cuenta que solo se requiere un rayito de luz que ilumine tu ignorancia y te des cuenta que solo crees saber, solo falta estirar tu mano para tocar su regazo y escuchar a aquel que te habla directo al corazón, tocando con suavidad tus heridas, y sanandolas en el silencio de su pureza y totalidad.