En los momentos más difíciles, es cuando se revela nuestra verdadera esencia. Y lo que ha pasado en Valencia con la DANA nos ha dejado ver muchas caras de esta tragedia.
Primero, hemos sido testigos de la ineptitud de los gobernantes que, a pesar de ser elegidos por la ciudadanía, fallaron en protegerla.
Los radares meteorológicos, clave para anticiparse a fenómenos así, llevaban tiempo sin mantenimiento, y las advertencias que se hicieron días antes de la catástrofe fueron ignoradas.
Luego está la falta de humanidad y empatía política. Nos dejó sin palabras ver cómo se rechazó la ayuda de Cataluña, que ofreció el apoyo de sus cuerpos de bomberos; cómo un helicóptero de rescate, listo para salvar vidas, fue obligado a regresar a su base; y cómo 200 efectivos de rescate de Francia fueron desestimados.
Y, en medio del caos, también vemos la maldad de algunos, que aprovechando el sufrimiento ajeno se han dedicado a saquear negocios y a ocupar viviendas, sumando dolor a quienes ya lo han perdido todo.
Pero frente a todo esto, la DANA también nos mostró el mejor lado de miles de personas. Vemos a gente comprometida, de Valencia y de toda España, que se ha movilizado para ayudar a los afectados.
Estamos presenciando una movilización masiva e inspiradora: donaciones de alimentos, agua, enseres y dinero, una respuesta que deja en evidencia la incapacidad de los que deberían liderar.
Este es un momento que define en qué lado estamos: ¿permitimos que la oscuridad nos consuma o elegimos ser esa luz en la vida de otros?
Porque en medio de esta tragedia, miles están eligiendo el amor y la solidaridad, extendiendo su mano a personas que ni siquiera conocen.
¿Y tú, en qué lado estás?