Enseñanzas de los Grandes Maestros
Los sufíes vacilan al hablar de Dios, no porque no crean en Dios, sino porque todo su corazón y su espíritu son para Dios. Cuando haces una pregunta: "¿Qué es Dios"? te miran y dicen: "¿Quién eres tú para preguntar sobre Dios, y quién soy yo para decirte qué es Dios?". Aquí, en nuestras escuelas de domingo, todos son ya amigos de Dios. Saben lo que es Él. Tiene nariz y orejas. Eso es Dios. Llevamos a Dios a tal limitación, a nuestro nivel de comprensión, que Dios se convirtió en un dibujo animado. Hace un mes, cuando estaba en un país extranjero, una niña me dijo: "¿Puede decirnos qué es Dios?". "Supongamos", le dije, "que puedo decíroslo. ¿Lo entenderíais? La mejor manera que tenéis de saber qué es Dios es ir al desierto a medianoche y mirar las estrellas durante dos o tres horas, y preguntarles: ¿Qué es Dios? Y si las estrellas te lo dicen, tienes suerte». No rebajes a Dios. Por eso en la Biblia dice: «No tomes Su Nombre en vano». No tomes Su Nombre; ¡no sabes lo que es! Sistemas solares, millones de galaxias, millones de zodíacos, Él está más allá. ¿Qué hay más allá? Más allá está más allá y más allá y más allá. ¿Quién eres tú para comprender a Dios? Los sufíes no hablan de ello. Dicen: "Sólo Dios se te revela si Le place". Y cuando Él se revela dentro de tu alma, cierras la boca porque es un océano, algo que no puedes contener. Y aquí dicen: «Dios, Dios, Dios». No hay que hablar de Dios; hay que observar a Dios en tus acciones y comportamientos. No me digas que eres esto o aquello. Muéstramelo. ¿Lo eres? Si lo eres, no necesitas hablar. Una rosa no dice: "Soy una rosa". Ves que es una rosa; es muy hermosa». -Torkom Saraydarian Enseñanzas de los Grandes Maestros