Uno de los mayores remordimientos que puede tener una persona consiste en llegar al final de su vida y darse cuenta de que no ha cumplido sus sueños. Llegar al final de la vida, o incluso a la mitad, abrir los ojos un día y darte cuenta de que no has sido valiente, que no intentaste alcanzar las estrellas, que no aprovechaste ni el diez por ciento de tu potencial, te
romperá el corazón.